Últimamente... ¡En los Estados Unidos!
Hace tiempo que no escribo: estuve super ocupada con los últimos pasos del proceso de mi visa para poder, después de casi 7 años en pareja, ¡conocer a la familia de mi esposo en los Estados Unidos!

Hace semanas que intento sentarme a escribir y no puedo. Quiero terminar con el artículo que sigue en el viaje mochilero de 2015, y la vida, el presente, me distrae. Primero, me fui a Machu Picchu. Les escribí de esto, y me quedé corta, porque no llegué ni al mismísimo sitio arqueológico. En esos días, me tocaba irme sola a Lima para el último paso que corresponde a la solicitud de visa para visitar los Estados Unidos. Estaba nerviosa, emocionada, con días en que sentía que todo iba a salir bien y días en que temía a esa confianza total que tenía de que por fin, después de tantos años en pareja, iba a conocer a la familia de mi esposo.
Mirando hacia atrás, a este último mes y medio, me perdono. Me ha costado. Me llevé la computadora a Tennessee para poder terminar el post del viaje, y para ponerme a escribir, y no pude. Estuvimos allá solamente una semana y unos días, y fue imposible tener un momento para enfocarme en cualquier otra cosa que no fuera la familia, el lugar, organizarnos. Pensándolo ahora, es obvio. Fueron muchas emociones, y todavía no termino de procesarlas. Recién hoy, ya con un par de días en casa, me siento en mi escritorio, después de mi práctica de yoga del día (hace 8 meses que practico todos los días), después de haber recibido la pregunta de tres personas diferentes de si dejé este blog, y siento compasión por mí. Al fin, al margen de la procastinación, de la vergüenza por no estar escribiendo, del bloqueo creativo, de toda la distracción, siento compasión por mí y por este proceso. Estuve estresada, estuve preocupada, y estuve ocupada. Estuve muy ocupada.
Me miro, nos miro, y no puedo creer. ¿Cómo vivimos todos estos años sin que yo conociera a la familia de Sam y sin que ellos me conocieran a mí? ¿Cómo vivimos todos estos años sin que yo hubiera visto su casa, su barrio, su ciudad, su escuela? Fue interesante, fue divertido, fue duro en muchos momentos en que nos tocó estar separados, fue difícil cuando pensábamos que tal vez yo no iba a llegar a conocer a sus abuelos. Fue triste cuando supimos que no todos iban a poder estar en nuestra boda. Fue árduo. Pero lo más complejo para mí, era saber que iba a tener que atravesar ese proceso de evaluación que es la visa, y que, aunque tuviera todo el apoyo de mi marido, de nuestras dos familias y de mis amigas, yo lo tenía que hacer sola. Me aterraba pensar en que me entrevistaran y me preguntaran cosas, en tener que juntar papeles y documentos. Ahora, mirando hacia atrás, agradezco que todo fue mucho más simple y gentil de lo que yo, en mis momentos de sobrepensamiento más horribles, imaginaba. Todo salió bien, todo fue mucho más fácil de lo que creímos que iba a ser. Al final de la entrevista, después de preguntarme a qué países había viajado y de mirar mi documento peruano, el hombre al otro lado del vidrio gruesísimo me dijo “Have a great time!”. Yo me quedé desconcertada. “What?”, le pregunté. “Have a great time in Tennessee!”. Que la pase super bien en Tennessee. Me sonrió, guardó mi pasaporte en un cajón y, por la ranura a través de la cual se pueden pasar papeles, dejó pasar una pequeña tarjeta verde que decía “Su visa ha sido aprobada” de un lado y “Your visa has been approved” del otro. El pasaporte me llegó por correo unos días —¡solamente unos días!— después, con la flamante visa.
Escribo y me emociono. Cuántas pequeñas odiseas atravesamos para poder ser quienes queremos ser, amar a quienes amamos, para ser parte de nuestras familias, para sentirnos más plenos, más completos, más nosotros. Para otras personas esto parece nada, y para mí misma, a la luz de los hechos, es increíble el nivel de nervios, stress y drama en el que me sumergí durante años por miedo a hacer todo esto, por miedo a que me estén mirando con lupa, por miedo a la vulnerabilidad que significa exponerse ante las autoridades, por miedo a que me rechazaran. Pero me entiendo. Y me abrazo. Porque yo también tengo una historia, y hasta quizás tenga muchas vidas pasadas, o las vidas que vivieron mis ancestros, marcadas en la memoria de mis genes o de mi alma. Me perdono. Acá, ahora, frente a esta pantalla, tipeando, pensando, sintiendo, me entiendo. Me abrazo. Me tengo la compasión que merezco. Tenía miedo. Tenía que esperar a que llegara el momento correcto. Y llegó. Y ahora estoy en Perú, habiendo vuelto de Estados Unidos, habiendo conocido a tantas personas, visto tantas cosas, y sabiendo que pronto voy a volver.
Hace nueve años empecé este camino, el de salir a explorar nuevos territorios. Saqué mi primer pasaporte, me fui al puerto de Montevideo a vacunarme contra la fiebre amarilla para no tener límites si quería dar la vuelta al mundo. Sin embargo, veía una parte de América vedada para mí, y yo misma me seguí imponiendo ese límite por años, incluso habiéndome enamorado perdidamente y estar comprometida en cuerpo, mente, alma y papeles con alguien de allí. Hoy ese límite ya no existe. Hoy sé que no sólo puedo ir de visita si lo deseamos, sino que tengo a parte de mi familia, la de él, ahí. Que soy bienvenida y que soy querida en esa tierra. Y que todo esto, todo ese trayecto difícil, fue parte importante de mi camino. Que todos estos años, todo este tiempo, era parte de lo que yo necesitaba para poder sanar, para poder creer, para poder sentirme segura, para dejar entrar a este amor y esta libertad en mi vida. Sé que tal vez para algunas personas será incomprensible, y está bien. Nunca podemos entender del todo por qué a algunas personas les dan miedo algunas cosas, yo ni siquiera entiendo del todo por qué me pasaba esto a mí. Pero, con el apoyo de mi compañero y de mi suegra, que siempre estuvo muy firme diciéndome que todo iba a salir bien, pude dar cada pasito y conquistar ese miedo. Darle la mano. Ir juntos hacia cada instancia, cada pequeño desafío. Con el miedo de la mano me fui a comprar una máscara de pestañas, unos jeans blancos y un gabán a Cusco. Me subí en al avión a Lima y allí caminé, con botas lustradas, bajo la llovizna que reblandecía la carpeta donde llevaba decenas de hojas con documentos impresos que al final nadie miró, hacia la embajada. Pasé por detectores de metales e hice tres o cuatro filas. Me paré frente a esa ventanilla con el corazón latiendo a mil por hora y le dije al tipo, “Sorry, I’m a bit nervous” y él me contestó “Yeah, it’s a big deal!” con una sonrisa que me tranquilizó. El mismo tipo que después me dijo que la pase bárbaro en Tennessee. Y sí, abracé ese buen deseo, y la pasé increíblemente bien en Tennessee.
Hoy me siento frente a mi compu y estoy frente a ustedes, que van a recibir este correo. Y ante mí y ustedes, me abrazo, me entiendo y me quiero.
No los abandoné, ni abandoné la escritura. Sólo estuve muy ocupada empezando un capítulo nuevo, uno con olmos, arces y magnolias. Uno con muchos más aviones. Con ardillas, venados y muchos abrazos. Con baba de sobrino pegada a mis hombros, con cajas llenas de fotos, con el humo de las hamburguesas invadiendo el aire, con risas, y pan de maíz. Con música country, cascadas, hojas de otoño y recuerdos familiares que ahora también son parte de mis tesoros. Con una tierra y un terruño que ahora también son geografía de mi vida y de mi historia.
Gracias por la paciencia. Gracias por el sostén. Ahora sí, les puedo decir, que aunque los atardeceres allá sean de un color verdoso que nunca había visto en mi vida, en Middle Tennessee la gente es gente, la tierra es tierra, los ríos son ríos, y ellos también están bajo este, el que nos cubre a todos nosotros, el mismo cielo.
¡Que hermoso!!! Mi parte favorita fue la baba de sobrino en el hombro, dice tantas cosas.
Y te entiendo, la escritura llega como tiene que llegar, como todo.
Por qué será que hay tanto miedo a la visa americana, ¿será que es ese miedo al rechazo? Mi esposo tenía el mismo miedo que tú, la misma carpeta de papeles que nadie miró, y al final, vas y vuelves.
Te mando un abrazo!!! Y bienvenida de vuelta.
El mismo Cielo!